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Tancochapa, el punto de reunión

 

*Ahí llegaron los primeros sobrevivientes del descarrilamiento en Tembladeras y de ahí partió la ayuda para iniciar las labores de rescate de los fallecidos

 

CRISPÍN GARRIDO MANCILLA

Las Choapas

 

La estación Tancochapa, que tuvo su época de auge junto con el boom petrolero y el tren de pasajeros a Mérida, que hacía dos viajes al día, y hoy es prácticamente una bodega de herramientas, cobró ayer vida nuevamente a raíz de la tragedia de Tembladeras, donde el descarrilamiento de un tren cargado de chatarra causó la muerte, por el momento, de cinco personas.

Tancochapa fue el punto al que llegaron a bordo de la máquina 5794 del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, la madrugada de ayer, los primeros sobrevivientes del accidente, 12 de ellos lesionados, y desde donde se propagó la noticia, porque en el sitio del descarrilamiento, entre Las Choapas, Veracruz, y Francisco Rueda, Tabasco, no hay señal de telefonía celular.

A esa hora el director del hospital general “Pedro Coronel Pérez” de Las Choapas, Rafael Castro Matías, fue llamado desde Coatzacoalcos para hacerse cargo de la valoración de los pacientes, de los cuales al menos tres tuvieron que ser trasladados al hospital regional de Coatzacoalcos, debido a la gravedad de sus lesiones.

 

CAOS INICIAL

Todo era confusión. Lo mismo con el número de muertos, que iba desde los cuatro cuerpos vistos por los rescatistas, los cinco manejados oficialmente por el Gobierno del Estado, los seis que habían sido informados a la alcaldesa Yazmín Cano García y los 30, 50 o 70 que decían los sobrevivientes, que hacían sus cálculos con base en la cantidad de gente que había subido a “la Bestia” en Chontalpa, Tabasco, poco después del mediodía del sábado.

Había confusión en cuanto a la hora del accidente, que se pudo fijar alrededor de la 1:30 de la madrugada; la distancia hasta el punto, de alrededor de 10 kilómetros, y el tiempo requerido para llegar hasta allá, que terminó siendo estimado en alrededor de 45 minutos, ya fuera por tren o en lancha.

Todos estaban confundidos, incluyendo los socorristas, que fueron citados en el embarcadero de la congregación San José del Carmen, ubicada en el punto donde el tren cruza el río Tancochapa para internarse en territorio tabasqueño, y luego les dijeron que los heridos llegarían en la máquina del tren, que ya venía en camino.

Finalmente, todos los heridos llegaron en lancha y fueron llevados en medio del ulular de las sirenas hasta el Pedro Coronel Pérez, donde pronto las camas fueron insuficientes, por lo que sólo faltaba valorar a quienes urgía más ser trasladados al hospital de Coatzacoalcos.

En la máquina llegaron solamente los elementos de Seguridad Pública, que cedieron su espacio al personal militar y civil que fue habilitado en una plataforma ferroviaria para ir al sitio del accidente e iniciar la titánica labor de buscar cuerpos bajo la chatarra y los vagones volcados.

En el lugar había medio centenar de hombres y unas cuantas mujeres, en su mayoría de Honduras. En el patio de una casa cercana a la vía se colocó una mesa y se encendió un fogón para preparar café y un desayuno a base de huevos con jamón y tortillas. Desvelados y estresados, los centroamericanos caminaban de un lado a otro. Otros dormían en la banqueta o platicaban en voz baja. No tenían dónde asearse ni ropa para cambiarse. Más tarde la alcaldesa mandaría a habilitar un albergue.

Otra confusión era adónde iban a llevar los cuerpos de los fallecidos, ya que habían muerto en territorio del estado de Tabasco, pero los sobrevivientes, al menos los de este grupo, estaban en Veracruz. Luego se informó que las diligencias forenses se realizarían en el municipio de Huimanguillo, Tabasco.

En esta situación estaba Nelín Adonai Pineda, quien narró que él venía junto con un primo suyo, de nombre Rubén, y un amigo al que sólo conocía como Rufino, en la escalera del vagón.

En el momento en que el carro volcó él no pudo saltar, por lo que se aferró a la escalera y al quedarse quieta la unidad quedó en la parte de arriba, suerte que no tuvo su primo Rubén, quien quedó aplastado debajo, mientras que a su amigo Rufino no lo pudo localizar, por lo que asumió que estaba entre los aplastados por las toneladas de chatarra.

A Nelín le angustiaba no saber la suerte de Rufino, pero también se había comunicado con la familia de su primo Rubén y ahora tenía el encargo de identificar el cuerpo en cuanto fuera rescatado y regresar con él a Honduras, pero no tenía la menor idea cuándo sería rescatado ni hacia dónde sería trasladado su cuerpo.

 

LANZADO

«Yo venía de pie en el interior de un vagón tipo tolva, donde veníamos como 50 personas, algunos dormidos, cuando de pronto oímos el estruendo de que los vagones se estaban volteando hacia el lado derecho», narró Mario Puerto, de 40 años, originario de Honduras.

Recordó que en plena oscuridad, al volcar el vagón, fue lanzado a unos 10 metros de distancia hacia la ladera, donde por fortuna sólo se lastimó un hombro.

La noche era totalmente oscura, debido a que había una leve lluvia, y entre los gritos de dolor y terror que se escuchaban entre los que habían quedado atrapados o heridos, los sobrevivientes se apoyaron con lámparas de mano para ayudar a quienes pudieron.

Como la máquina del tren no descarriló, los propios maquinistas los ayudaron en el rescate de los que pudieron y ellos mismos los trajeron a Las Choapas.

Todos los entrevistados, incluyendo a autoridades y sobrevivientes, coincidieron en que muchos centroamericanos pudieron haber muerto bajo la chatarra que trasladaban los vagones o debajo de los propios carros, debido a que el material les cayó encima y porque algunos se amarran para dormir mientras el tren está en movimiento.

Alrededor de las 11 horas y luego de una larga hora de acomodos y amagos, partió rumbo al sitio del accidente la máquina 5794, con el equipo para iniciar el rescate. Sin embargo, hará falta equipo más pesado que ése para completar la tarea.

Sólo hasta entonces se sabrá cuántas personas en realidad perdieron la vida en esta nueva tragedia que involucra a centroamericanos en su paso por esta región.

Por la noche, el secretario de Gobierno, Erick Lagos, acudió al hospital Pedro Coronel a visitar a los lesionados.

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